Al ser considerado un rasgo de envejecimiento, muchas personas que padecen la pérdida de la audición la ignoran o no saben identificar las señales. “Todo depende del paciente y de la edad, generalmente es un zumbido”, responde un experto consultado por Newsweek en Español al preguntarle por los síntomas.
En México, la conciencia sobre la pérdida de la audición es mínima a pesar de que 2.3 millones de personas padecen discapacidad auditiva en el país. Crear conciencia ayuda a detectar el padecimiento en etapas tempranas y mejora la calidad de vida.
El Dr. Gonzalo Corvera, director del Instituto Mexicano de Otología y Neurotología (IMON) y médico cirujano con especialidad en otorrinolaringología por la UNAM despeja una serie de dudas en torno a esta problemática de salud.
La pérdida auditiva en el caso de los menores es diferente en comparación con los adultos, dice el experto: “En los niños, los recién nacidos, la detección puede no ser inmediata y se descubre hasta que comienza a existir un retraso en el habla. Por eso es muy importante que se practique el tamiz auditivo durante los primeros meses”.
Además del zumbido existen indicios menos invasivos a tomar en cuenta: “Cuando alguien pide que le repitan constantemente las cosas o si en una conversación con demasiadas personas se pierde el entendimiento estamos frente a una señal de que se necesita atención”.
LOS JÓVENES TAMBIÉN PRESENTAN PÉRDIDA DE LA AUDICIÓN
En México, 50 por ciento de quienes padecen alguna discapacidad auditiva son mayores de 60 años; poco más de 34 por ciento tiene entre 30 y 59 años, y cerca de 2 por ciento son niñas y niños, según datos de la Secretaría de Salud.
¿Pero qué factores externos pueden agravar o acelerar la pérdida de la audición en las personas? “Se da principalmente por la exposición al ruido”, responde Gonzalo Corvera. “En personas que están expuestas constantemente a sonidos fuertes como en las fábricas o con maquinaria. Fumar es un factor de riesgo.
Luego vienen algunas enfermedades como la diabetes, alerta el especialista: “La obesidad también aumenta el riesgo, y también se da, más común ahora, el uso de los auriculares de forma prolongada. Eso sin contar las infecciones propias del oído”.
La genética es otro factor, pues este padecimiento puede ser heredado. “Hay pacientes que cuentan con un antecedente familiar. Hay casos en los que la abuelita o la tía sufrieron la pérdida y lo saben. También están quienes no. En el caso de los bebés, hay casos en los que ni la madre ni el padre saben que portan el gen, y sin saberlo lo heredan al hijo”.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, más de 1,000 millones de personas de edades comprendidas entre los 12 y 35 años corren el riesgo de perder la audición debido a la exposición prolongada y excesiva a música fuerte y otros sonidos recreativos.
¿Pero ha habido un incremento en la cifra de adolescentes y jóvenes adultos que están perdiendo la audición? “Sí se ha incrementado. Durante los últimos años nos han llegado pacientes muy jóvenes, incluso adolescentes de 15 años y es preocupante”, responde Corvera.
¿CÓMO CUIDAR EL OÍDO EN LA ERA DEL RUIDO?
Se estima que actualmente hay 2,800 millones de jóvenes entre 12 y 34 años en el mundo. De estos, 24 por ciento de los adolescentes y 48 por ciento de los jóvenes mayores escuchan música a niveles inseguros para su salud, según investigaciones de BJM Global Health.
La investigación muestra que alrededor de 670,000 y 1350 millones de jóvenes están en riesgo de perder su oído. Así entonces, ¿qué hábitos de cuidado auditivo, además de la abstención, podemos incorporar a nuestra rutina?
Responde el médico especialista: “Más que abstenerse, se trata de hacer un uso razonable. Respetar el volumen y no exceder las horas. Ahora algunos dispositivos han incorporado una alerta que, cuando sobrepasas los decibeles recomendados, te avisa que lo estás rebasando. Esa es una buena medida. Entonces, respetar esas sugerencias”.
Al ser los niños y adolescentes quienes más están acostumbrados al uso de auriculares, nuestro entrevistado agrega una recomendación para los padres: “Pongo este ejemplo. Si a un metro de distancia el adolescente está con los audífonos y puede escuchar que se le habla, aunque tenga que quitarse los audífonos para entender bien las palabras, pero si percibe que se le está llamando, significa que está en el nivel recomendado”.
Si bien la OMS ha renovado normas para prevenir la pérdida de la audición y las empresas de telefonía móvil incorporan estas recomendaciones, el papel de los organismos gubernamentales también es clave.
“Aun así nos falta mucho. Falta mucha concientización”, se lamenta Gonzalo Corvera. “Se han hecho cosas, sí, pero no ha sido suficiente. Hay avances. Hace poco surgió esta iniciativa de proporcionar los aparatos auditivos de forma gratuita y es una buena propuesta, pero todavía nos falta muchísimo”.
CONCIENCIACIÓN A FAVOR DE LA SALUD AUDITIVA
Las recomendaciones generales para preservar la salud auditiva son parte clave de la concienciación: “Respetar los límites del volumen, no exponerse por tiempo prolongado a volúmenes altos. Y también, buscar atención o hacer un llamado a tiempo. Si yo percibo que a uno de mis familiares, mi pareja o alguien cercano le cuesta entender hay que decírselo.
En este sentido, el entorno juega un papel clave para la búsqueda de atención especializada. Un señalamiento agresivo como “estás sordo o qué” no es lo más oportuno. Así, ¿qué tanto impide la estigmatización que los pacientes busquen atención?
“Yo creo que mucho. Especialmente, porque se considera una muestra de envejecimiento y nadie quiere ser señalado como viejo o incapaz. El estigma a veces genera confrontación porque generalmente existe una respuesta del tipo ‘no estoy sordo, tú hablas muy bajo’. Entonces, hay que evitar estas situaciones. Hay que cuidar cómo decimos las cosas”.
El desmitificar la pérdida auditiva es una tarea compartida por la sociedad y los organismos de salud. Una parte importante también consiste en saber qué especialista es el adecuado para diagnosticar una posible pérdida. El Dr. Corvera recomienda acudir al neurotorrinolaringólogo. “Usualmente se acude al otorrinolaringólogo, los audiólogos generalmente no diagnostican. Y el neurotorrinolaringólogo es un otorrinolaringólogo que ha estudiado un poco más y se ha especializado en este padecimiento”.
Por último, recalca la importancia de la difusión y la prevención como pieza clave para disminuir los riesgos de pérdida auditiva y, en caso de sospechar padecerla, que sea fundamental romper el estigma y buscar un diagnóstico. N
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